¿Tropiezas una y otra vez cuando intentas cumplir tus metas? ¿Has intentado organizarte mejor con distintos métodos, sin conseguirlo? ¿Sabes cuáles son tus prioridades pero no encuentras tiempo para ellas? Aunque no existen soluciones milagrosas, una vida más productiva sí es posible. El gran secreto reside en aplicar a tu conducta una nueva mentalidad, cambiar de hábitos y reactivar la motivación dormida. Nada mejor para empezar que saber estar concentrado. Te explicamos tras el salto cómo ;-)
- Dale un sentido, interpreta lo que estás a punto de hacer. Cada cosa tiene un significado y sobre todo un impacto y un porqué sobre tus objetivos. Cuando le damos sentido y comprendemos su importancia nuestra mente se adecúa para permanecer alerta.
- Ten tus rituales. Cuando ejecutas siempre los mismos gestos a la hora de hacer las tareas importantes dejas menos espacio a la improvisación y cierras puertas a los despistes.
- Cárgate todas las distracciones. Obvio, ¿verdad? ¿Entonces por qué luego en la práctica no lo hacemos? Poco antes de iniciar esa tarea que exige tanta concentración quita TODO lo que no tiene que ver con ella de tu escritorio físico y digital. Recuerda: todo lo que no suma, resta.
- Simplifica tus herramientas. A veces tendemos a utilizar demasiadas herramientas y utilidades para hacer sólo una cosa. Eso obliga a nuestra mente a estar cambiando continuamente de registro. Para clavar un clavo sólo necesitas un martillo.
- Haz sólo UNA cosa a la vez. Rehúye la multitarea como la peste. Al hacer varias cosas a la vez estás multiplicando las posibilidades de despistes o distracciones. Es el equivalente a abrir varias ventanas de casa a la vez para que entren los ladrones.
- Haz algo pequeño. Da igual si la tarea es mediana y no te abruma. Empieza por “trocearla” y dividirla en “pequeños bocados” que puedas hacer con mayor facilidad. Cuando le decimos a nuestra mente que hemos de hacer algo pequeño se adecúa más fácilmente y da lo mejor de sí en poco tiempo. Si le decimos que lo que debemos de hacer es grande le estamos sugiriendo que no va a poder con ello y terminaremos por perder la concentración.
- Vuelve a darle un sentido. A la mitad de la tarea o en incluso en varios momentos, vuelve a preguntarte: ¿por qué esto es importante para mí? Eso reavivará tu concentración y le dirás a tu mente que es momento de poner toda la carne en el asador.
- Haz SIEMPRE descansos entre tareas. La concentración y la atención es un tesoro finito que irremediablemente se va desgastando a lo largo del día pero podemos recuperar una parte con frecuentes descansos. Estar horas y horas sentado frente a tu mesa es pasaporte directo a caer en la desconcentración y los despistes.
- Recupera tu concentración. Si te asaltan pensamientos “rebeldes” (algo que tienes que hacer luego, un problema que resolver, algo que te dijeron y te preocupa, etc.) no te tortures, es absolutamente normal porque estás vivo, ¿verdad? Pero si quieres ahuyentarlos para recobrar la concentración piensa sobre esto: si pienso en eso, no hago esto; si pienso en eso, no daré lo mejor de mí.
- Un buen plan de ataque. Antes de ponerte en marcha con esa tarea ten MUY claro lo que tienes que hacer, el material o información que vas a necesitar y cuál es el objetivo final. Si nosotros mismos no sabemos todo eso, no vayamos a exigir a nuestra mente que permanezca concentrada a tope.
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Foto|Steve Grosbois