Pues si, del juego de las startups solo nos cuentan muchas veces lo positivo, que si rondas de financiación, pero se olvidan de todo lo que hay de humo, de jugar a las casitas, de la especulación pura y dura.
Hoy justamente nos vamos a fijar en eso, con el ejemplo del emprendedor Lane Becker y la venta de su startup Get Satisfaction cuya historia vamos a empezar por el final con el siguiente Tweet donde anunciaba su venta.
I appreciate the sentiment, but don’t congratulate me on the GS acquisition. The founders were washed out of the deal. We got nothing.
— Lane Becker (@monstro) abril 8, 2015
Verdaderamente pasa algo raro cuando lo que se supone que pudiera ser un día feliz, porque ves que la empresa por la que has luchado es valorada y comprada por un gigante dejándote la vida resuelta, es resumido en un tweet que dice: “No me felicitéis por la venta de Get Satisfaction. Los fundadores nos hemos quedado fuera del reparto. No tenemos nada”.
En 2007, Becker cofundó en Silicon Valley Get Satisfaction junto con Thor y Amy Muller esta startup atractiva para inversores, pasando varias rondas de financiación millonarias, de 6 millones de dolares en principio y 10 millones después, sin saber que que ahí estaría el comienzo de su fin como propietarios.
Uno de los errores de Lane Becker, tal como comentan en El Confidencial, fue su trato con los inversores, ya que su ronda de financiación el fundador de Get Satisfaction firmó con sus nuevos accionistas unas liquid preferences, una figura de inversión según la cual, en caso de venta de la empresa por estar en una situación delicada, el inversor deberá recibir, al menos, el mismo dinero que invirtió, y en caso de que sobre dinero, recibirá un porcentaje negociable. Estos acuerdos que firmó Becker estableció unas ventajosas preferentes económicas para sus inversores en caso de que la startup se viese ante la tesitura de vender o cerrar, como así pasó, ya que incluso en la decisión de venta el fundador ni intervino.