El emprendedor, en ocasiones, decide dar el paso de crear su empresa sin tener en cuenta ni sus ingresos y gastos personales ni del resto de su familia; ya que la puesta en marcha del proyecto empresarial puede suponer dejar de obtener ingresos, por ejemplo los provenientes de una nómina, mientras que supone seguir pagando sus recibos familiares y además, manteniendo a su empresa en los primeros meses de vida hasta que empiece a obtener beneficios.
Proponemos antes de hacer un plan de viabilidad del negocio hacer un plan de viabilidad personal, donde queden reflejados los ingresos, véase las nóminas, por ejemplo, de los dos conyuges, y los gastos: hipoteca, agua, luz , teléfono, seguros, colegio de niños, comida, etc… Con la diferencia de ambos conceptos obtendremos un margen con el que podamos jugar y saber, por ejemplo, si podremos prescindir de la nómina del promotor del proyecto o si disponemos de ahorros; además de estos supuestos habrá que ir jugando con el horizonte temporal en el que lo planteemos: 6 meses, 1 año o 3 años.
Lo propuesto en este artículo cobra extrema importancia en casos donde el emprendedor se lo juega todo a una carta, como por ejemplo aquellas personas que los ingresos de su familia son los del paro, y deciden crear su negocio solicitando el pago único, lo que puede suponer, si su negocio va mal, sufrir situaciones personales desagradables, ya que quedarían sin ingresos y quizá con alguna deuda procedente del negocio recién cerrado.
El resumen es claro, no solo se trata de buscar el dinero para la inversión inicial sino ver si la economía familiar es capaz de soportar la creación y la posterior consolidación de la empresa.